Las Ciudades Invisibles

 
 

                                                                                                                                                                

Zora, la ciudad que no olvida

      Cuando hablamos de una muestra fotográfica sobre la ciudad, inconscientemente nos vienen a la mente imágenes de la llamada street photography o de  no lugares como los definidos por Marc Augé; en definitiva, espacios de confrontación del ser humano.

    En esta muestra, he decidido unir imágenes que no responden a esos estereotipos, sin ningún ánimo peyorativo hacia ellos. Así, hablo de ciudades que se quedan en la memoria porque no cambian, de espacios de los que el hombre no se puede apropiar aunque estén en el centro de su propia ciudad.

 

      Sin olvidar que la parte más importante de la ciudad son sus habitantes, muestro sus rastros, sus huellas, pero sin que ellos aparezcan en el cuadro, solamente en una de ellas, en relación con el puesto del vendedor de sandías al que hace referencia Calvino en su libro.


        Mis fotografías requieren que cada espectador las "termine" en su mente con sus propias experiencias, así cada uno interpreta la imagen como una experiencia  propia y única, igualque la experiencia que cada uno tiene en la ciudad.

José M. Feito



LAS CIUDADES Y LA MEMORIA. 4


             Más allá de seis ríos y tres cadenas de montañas surge Zora, ciudad que quienla ha visto una vez no puede olvidarla más. Pero no porque deje, como otrasciudades memorables, una imagen fuera de lo común en los recuerdos. Zora tiene lapropiedad de permanecer en la memoria punto por punto, en la sucesión de suscalles, y de las casas a lo largo de las calles, y de las puertas y de las ventanas en las casas, aunque sin mostrar en ellas hermosuras o rarezas particulares.


               Su secreto es la forma en que la vista se desliza por figuras que se suceden como en una partitura musical donde no se puede cambiar o desplazar ninguna nota. El hombre que sabe de memoria cómo es Zora, en la noche, cuando no puede dormir imagina que camina por sus calles y recuerda el orden en que se suceden el reloj de cobre, el toldo a rayas del peluquero, la fuente de los nueve surtidores, la torre de vidrio del astrónomo, el puesto del vendedor de sandías, el café de la esquina, el atajo que va al puerto.


                Esta ciudad que no se borra de la mente es como una armazón o una retícula en cuyas casillas cada uno puede disponer las cosas que quiere recordar: nombres de varones ilustres, virtudes, números, clasificaciones vegetales y minerales, fechas de batallas, constelaciones, partes del discurso.


               Entre cada noción y cada punto del itinerario podrá establecer un nexo de afinidad o de contraste que sirva de llamada instantánea a la memoria. De modo que los hombres más sabios del mundo son aquellos que conocen Zora de memoria.


                     Pero inútilmente he partido de viaje para visitar la ciudad: obligada a permanecer inmóvil e igual a sí misma para ser recordada mejor, Zora languideció, se deshizo y desapareció. La Tierra la ha olvidado.


Italo Calvino